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Desde que llegó a Europa, allá por el siglo XVI, la planta de la patata (Solanum tubesorum) logró captar la atención de muchísima gente. Al principio llamó la atención a reyes y aristócratas, por considerarla una exótica planta que decoraba los jardines con sus flores blancas.

Fue un siglo después cuando empezó a extenderse por toda Europa y a emplearse como alimento para el ganado, ya que su crecimiento era sencillo y muy sufrido, pese al clima. En ocasiones también las consumían los campesinos en épocas de necesidad, desconociendo todavía las bondades de esta saludable planta.

Y no fue hasta mediados del siglo XVII, durante la Guerra de los siete años en Prusia, cuando Antoine-Augustin Parmentier, agrónomo, naturalista, nutricionista e higienista francés, promovió su consumo su consumo en humanos, consiguiendo que levantaran las leyes que prohibían su cultivo.

Desde entonces comenzó a popularizarse, convirtiéndose incluso en el alimento estrella de las clases pudientes.

Sin embargo, no llegó a España hasta finales del siglo XVIII, momento en el que se creó nuestra apreciada y reconocida tortilla de patatas, hacia el año 1798.

¿Por qué comenzó a cobrar más relevancia la patata como alimento?

Como bien sabemos, la parte de la planta que nos comemos, es el tallo subterráneo o lo que es lo mismo, el tubérculo, donde se acumulan los nutrientes de reserva para la propia planta.

Esos nutrientes, que son tan válidos para la planta como para el cuerpo humano, constan de nada menos que muchísima vitamina C, potasio, magnesio, fósforo, calcio, hierro y socio. También contiene vitaminas del grupo B y es alta en fibra.

Tiene múltiples beneficios para la salud y además, al contrario de lo que muchas personas piensan, la patata también es apta para dietas hipocalóricas cocinada del modo adecuado, ya que posee un 75% de agua y los hidratos de carbono procedentes de la fécula, nos dan energía para estar más activos.

Formas de cocinar la patata

Hay infinidad de recetas en nuestra gastronomía donde la patata es la protagonista y hay tantas maneras posibles de cocinarla, que podríamos estar inventando recetas y recetas cada día.

Las formas más populares para cocinarlas son:

  • Cocidas o al vapor. Si además las hacemos con piel, estaremos preservando todas sus propiedades beneficiosas.
  • Al microondas. Es un modo de cocinarlas parecido al anterior, pero mucho más moderno y muy útil para aquellas personas que no dispongan de tiempo para cocinar.
  • Asadas. Se pueden asar en las brasas, en una parrilla, al horno… Y en todas las modalidades están exquisitas
  • Guisadas. Esta modalidad suele requerir tiempo y mimo, aunque donde esté un buen guiso en invierno, que se quite lo demás.
  • Fritas. Este quizá es el modo que más calorías aporta debido al aceite, pero sin duda uno de los más deliciosos y atractivo, tanto para adultos como para los más pequeños.

Como hemos visto, dada su versatilidad en la cocina y su infinidad de beneficios y propiedades, la patata llegó hace mucho tiempo y llegó para quedarse.

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PARA COMER, DIVERTIDAS, SALUDABLES, NUTRITIVAS

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